Hay algo realmente sencillo que puede hacer para mejorar las posibilidades de salud y éxito de su hijo en el futuro: asegúrese de que pasa mucho tiempo jugando al aire libre.
La infancia de esta generación difiere en muchos aspectos de la de la anterior, pero uno de los contrastes más abruptos es el grado en que se pasa dentro de casa. Hay muchas razones, como el notable aumento del tiempo que se pasa interactuando con dispositivos electrónicos, el énfasis en las actividades programadas y los logros, la preocupación por la exposición al sol y, para muchas familias, la falta de lugares seguros para jugar al aire libre. No se trata sólo de los niños; los adultos también pasan menos tiempo al aire libre.
Aquí hay seis formas cruciales de jugar al aire libre que ayudan a los niños:
1. El sol. Sí, la exposición al sol -especialmente a las quemaduras solares- puede aumentar el riesgo de cáncer de piel. Pero resulta que nuestro cuerpo necesita el sol. Necesitamos la exposición al sol para producir vitamina D, una vitamina que desempeña un papel crucial en muchos procesos corporales, desde el desarrollo de los huesos hasta nuestro sistema inmunitario. La exposición al sol también desempeña un papel en nuestro sistema inmunitario de otras maneras, así como en el sueño saludable, y en nuestro estado de ánimo. Nuestro cuerpo funciona mejor cuando recibe algo de sol todos los días.
2. Ejercicio. Los niños deberían estar activos durante una hora todos los días, y salir a jugar al aire libre es una forma de asegurarse de ello. Es cierto que pueden hacer ejercicio dentro de casa, pero enviarlos al aire libre -especialmente con algo como una pelota o una bicicleta- fomenta el juego activo, que es realmente el mejor ejercicio para los niños.
3. Función ejecutiva. Son las habilidades que nos ayudan a planificar, priorizar, solucionar problemas, negociar y realizar varias tareas a la vez; son cruciales para nuestro éxito. La creatividad también entra aquí, y el uso de nuestra imaginación para resolver problemas y entretenernos. Son habilidades que hay que aprender y practicar, y para ello los niños necesitan tiempo sin estructura. Necesitan tiempo a solas y con otros niños, y que se les permita (quizá se les obligue) inventar sus propios juegos, resolver cosas y divertirse. Estar al aire libre les da la oportunidad de practicar estas importantes habilidades para la vida.
4. Correr riesgos. Los niños necesitan correr algunos riesgos. Como padres, esto nos inquieta; queremos que nuestros hijos estén seguros. Pero si los mantenemos en burbujas y nunca les dejamos correr riesgos, no sabrán lo que pueden hacer, y es posible que no tengan la confianza y la valentía necesarias para enfrentarse a los riesgos inevitables de la vida. Sí, puedes romperte un brazo por subirte a un árbol, y sí, puedes sentirte humillado cuando intentas hacer un amigo y te rechazan. Pero eso no significa que no debas intentarlo; las lecciones que aprendemos del fracaso son tan importantes como las que aprendemos del éxito.
5. Socialización. Los niños necesitan aprender a trabajar juntos. Necesitan aprender a hacer amigos, a compartir y cooperar, a tratar a otras personas. Si sólo se relacionan en entornos muy estructurados, como la escuela o los equipos deportivos, no aprenderán -no podrán- todo lo que necesitan saber.
6. Apreciación de la naturaleza. Gran parte de nuestro mundo está cambiando, y no para mejor. Si un niño crece sin haber paseado por el bosque, sin haber cavado en la tierra, sin haber visto a los animales en su hábitat, sin haber escalado una montaña, sin haber jugado en un arroyo o sin haber contemplado el horizonte infinito de un océano, es posible que nunca llegue a comprender lo que se puede perder. El futuro de nuestro planeta depende de nuestros hijos; tienen que aprender a apreciarlo.
Así que inténtalo. Haz lo que hicieron nuestros padres: envía a tus hijos al exterior. Mejor aún, acompáñalos. Y haced todo lo posible para que todos los niños puedan hacer lo mismo.
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