Síndrome del intestino irritable y vitamina D: ¿hay alguna relación?

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El síndrome del intestino irritable (SII) es el trastorno funcional del intestino más común en la población general, y afecta aproximadamente a entre 25.000 y 45.000 millones de personas en los Estados Unidos.1 No existe una etiología conocida, lo que hace que la identificación del tratamiento del SII sea una tarea frustrante para los profesionales sanitarios. Los síntomas más comunes del SII son el estreñimiento, la diarrea o la alternancia de diarrea y estreñimiento con o sin dolor abdominal. Aproximadamente entre el 10% y el 15% de la población occidental está afectada por el SII, lo que se traduce en un aumento de los costes sanitarios directos e indirectos debido a la pérdida de productividad laboral, a las frecuentes visitas a la consulta y al hospital, y a las pruebas para descartar enfermedades más graves.2 El coste total del SII en Estados Unidos es de aproximadamente 30.000 millones de dólares al año, con una estimación de entre 1.600 y 10.500 millones de dólares en costes directos y 20.000 millones de dólares en costes indirectos.3 El SII puede alterar la vida de los pacientes y a menudo les lleva a evitar situaciones sociales y a sufrir angustia emocional. No pone en peligro la vida, tiene diferentes grados de gravedad y el tratamiento se basa en la sintomatología. Debido a que no se conoce la causa del SII, el tratamiento puede no tener éxito y los pacientes pueden experimentar una vida de frustración y depresión.

Los síntomas de la deficiencia de vitamina D pueden ser vagos y pueden llevar a un subdiagnóstico de la enfermedad. Los niveles bajos de vitamina D se han relacionado con múltiples enfermedades, incluidos algunos cánceres, trastornos neurológicos, disminución de la densidad ósea y deterioro cognitivo en los ancianos. Hay investigaciones que sugieren una posible respuesta inflamatoria en el intestino cuando los niveles de vitamina D son bajos, lo que hace que la conexión entre la vitamina D y el síndrome del intestino irritable sea una especulación factible.

La vitamina D se adquiere con mayor frecuencia a través de la luz solar, que puede variar en todo Estados Unidos. Cuanto más fuerte sea la radiación, cuanto más tiempo se exponga un individuo a la radiación y cuanto más superficie corporal se exponga a la radiación, más vitamina D se puede producir.4 Debido a las investigaciones que señalan los beneficios de la vitamina D, los profesionales de la salud son más conscientes de la importancia de mantener niveles normales de vitamina D en sus pacientes.

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¿Qué es el SII?

El SII es un trastorno funcional del intestino que se documentó por primera vez hace 150 años.5 Un trastorno funcional del intestino se define como cambios en la motilidad intestinal, en la sensibilidad nerviosa intestinal y en la forma en que el cerebro controla la función normal del intestino.1 Como se ha mencionado, no existe una etiología conocida para el SII, ni tampoco hay pruebas específicas para asegurar el diagnóstico. El diagnóstico del SII se determina mediante la aplicación de los criterios de Roma para los trastornos funcionales del intestino.

El sistema de clasificación de Roma fue introducido por un grupo internacional de expertos gastrointestinales en la Universidad de Roma, Italia, y se utiliza en la práctica diaria para los pacientes con quejas gastrointestinales.6 Los criterios de Roma IV se introdujeron en mayo de 2016 y se utilizan actualmente para diagnosticar el SII por parte de los profesionales sanitarios en la práctica diaria.7 Los criterios de Roma IV consisten en dolor abdominal recurrente al menos 1 día a la semana durante los 3 meses anteriores, acompañado de 2 o más de los siguientes síntomas: dolor abdominal relacionado con la defecación, asociado a un cambio en la frecuencia de las heces y asociado a un cambio en la forma de las heces. Todos los síntomas deben estar presentes durante los últimos 3 meses y el inicio de los síntomas debe producirse 6 meses antes.8 Cumpliendo estos criterios, puede establecerse el diagnóstico de SII.

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Los síntomas del SII incluyen diarrea, estreñimiento y una mezcla de diarrea alternada con estreñimiento. Los diagnósticos de Roma IV para los trastornos intestinales incluyen el estreñimiento del SII (SII-C), la diarrea del SII (SII-D), el SII mixto (SII-M), el SII no clasificado (SII-U), el estreñimiento funcional, la diarrea funcional, la hinchazón y distensión abdominal funcional, el trastorno intestinal funcional no especificado y el estreñimiento inducido por opiáceos.7 El tratamiento del SII consiste en medicamentos de venta con y sin receta, modificaciones dietéticas y terapia conductual. El tratamiento se basa en los síntomas del paciente y puede ser necesario modificarlo en función de sus necesidades. En este sentido, los cambios en el tratamiento pueden ser costosos y requerir mucho tiempo debido a los días de trabajo perdidos y a los ajustes en la medicación o la terapia conductual.

Se han realizado estudios que investigan los aspectos cognitivos y emocionales del SII. Hasta el 50% de los pacientes con SII cumplen los criterios para un diagnóstico psiquiátrico que incluye depresión, ansiedad, hostilidad, fobia, somatización y paranoia.9 Debido a los síntomas del SII, la evitación de ciertos alimentos, de salir a comer con otras personas, de las situaciones sociales, de las situaciones de trabajo en las que puede no haber un baño disponible, de las relaciones íntimas y de las relaciones personales que implicarían que otros se enteraran del SII son preocupaciones comunes y significativas.10

El Grupo de Trabajo de Trastornos GI Funcionales del Colegio Americano de Gastroenterología recomienda no realizar pruebas exhaustivas para el SII porque estos pacientes no parecen tener una mayor prevalencia de enfermedades orgánicas.5 Sin embargo, hay características de alarma fuera de los criterios de Roma IV que deberían alertar al proveedor de atención médica para que investigue si hay enfermedades más graves. Estas características de alarma incluyen la anemia, los síntomas nocturnos, el sangrado rectal, la pérdida de peso, el uso reciente de antibióticos, el inicio de los síntomas después de los 50 años, los antecedentes familiares de cáncer de colon, la enfermedad inflamatoria intestinal o la enfermedad del esprúe celíaco.11 No es infrecuente que los pacientes con SII deambulen por el sistema médico durante años con múltiples diagnósticos debido a la falta de interés o a la frustración del proveedor de atención médica por la falta de tratamiento; el componente psiquiátrico de la enfermedad; o la falta de criterios clínicos, físicos y/o de laboratorio para el diagnóstico.5

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