Los ingleses que exploraron por primera vez la región de Albemarle y Pamlico Sound en la década de 1580, e intentaron establecer una colonia permanente en la isla de Roanoke, se referían con frecuencia a los habitantes nativos americanos como «salvajes». Sin embargo, según sus propias descripciones, los emisarios de Sir Walter Ralegh encontraron que los indios eran «muy amables, cariñosos y fieles, desprovistos de toda astucia y traición, y que vivían a la manera de la edad de oro»
Esta aparente contradicción podría explicarse por el hecho de que, aunque los indios eran profundamente religiosos, adoraban ídolos y rendían homenaje a más de un dios, por lo que eran considerados paganos según los estándares ingleses.
Thomas Harriot, que escribió descripciones detalladas de la costa de Carolina del Norte y de los indios nativos tras una estancia de casi un año en la zona, hizo un serio esfuerzo por convertirlos al cristianismo. «Alguna religión tienen ya», admitió, «que aunque esté lejos de la verdad, hay esperanza de que pueda ser la más fácil y pronta de reformar».
Según Harriot, los indios creían que había «un único jefe y gran Dios, que lo ha sido desde toda la eternidad», pero cuando decidió crear el mundo empezó por hacer dioses menores, «para ser usados en la creación y el gobierno a seguir». A uno de estos dioses menores lo hizo en forma de sol, a otro en forma de luna y a otros en forma de estrellas. En cuanto a la humanidad, «dicen que primero se hizo una mujer, que por obra de uno de los dioses, concibió y dio a luz hijos».
Los indios representaron a todos los dioses «por medio de imágenes en forma de hombres, que llaman Kewasowok», con un único dios llamado Kewas. «Luego colocan en casas apropiadas o templos, que llaman Machicomuck, donde adoran, rezan, cantan y les hacen muchas ofrendas». Harriot informó que había visto algunos de los templos o Machicomuck en los que había un solo Kewas, y otros con dos o tres. Uno de los templos, que se muestra en un grabado del dibujo de John White de la «Towne of Pomeiooc», era una estructura circular con un tejado en forma de pagoda, «cubierto con esteras de piel.»
«También creen en la inmortalidad del alma», dijo Harriot. «Después de esta vida, tan pronto como el alma se separa del cuerpo, según el trabajo que haya realizado, es llevada al cielo, el hábitat de los dioses, para disfrutar allí de una dicha y felicidad perpetuas, o bien a un gran pozo o agujero, que creen que está en las partes más lejanas de su parte del mundo, hacia el ocaso, para arder continuamente. El lugar lo llaman Popogusso».
Los indios tenían especial cuidado en cultivar y luego curar una planta llamada uppowoc, que fumaban en pipas de arcilla, especialmente en ocasiones festivas. Esto, por supuesto, era tabaco, y Harriot informó que se tenía en tan «preciosa estimación entre ellos que piensan que sus dioses están maravillosamente encantados con él» y en consecuencia lo ofrecieron a los dioses en tributo especial. «A veces hacen fuegos sagrados y echan en ellos parte del polvo como sacrificio. Estando en una tormenta sobre las aguas, para apaciguar a sus dioses, lanzan algo al aire y al agua. Así que una red para los peces que se acaba de instalar, arrojan algunos en ella y en el aire. Tambien despues de un escape del peligro, lanzan algunos al aire igualmente, pero todo hecho con gestos extraños, estampando, a veces bailando, aplaudiendo, levantando las manos, y mirando hacia los cielos, pronunciando con ello, y parloteando palabras y ruidos extraños.»
En un esfuerzo por convertir a estos «salvajes» Harriot dijo «En cada pueblo donde llegué…hice la declaración del contenido de la Biblia, que en ella se exponía el verdadero y único Dios.» Pero no hay indicios de que la labor misionera de Harriot tuviera como resultado que ninguno de los nativos americanos dejara de fumar su tabaco.
Texto de David Stick
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