La soledad es un gran problema en la sociedad japonesa. Especialmente entre su población de edad avanzada, se ha convertido en una grave situación. Entre los ancianos que viven solos, más del 15% tiene regularmente días en los que no habla con nadie, mientras que el 30% no tiene personas de confianza en su vida.
El envejecimiento de la población japonesa plantea retos sociales únicos, pero no se trata sólo de los ancianos. El llamado fenómeno de los hikikomori, modernos ermitaños o reclusos sociales, ha crecido de forma espectacular.
En 2010, el gobierno japonés estimó que había 700.000 individuos viviendo como hikikomori dentro de Japón, con una edad media de 31 años. Ahora, según una nueva investigación, el problema se ha vuelto más común en muchas partes del mundo – y necesitamos un mejor diagnóstico para ello.
Qué es el hikikomori
A finales de la década de 1990, Japón se despertó colectivamente para descubrir que un gran número de sus adolescentes y adultos jóvenes no tenían casi ningún contacto social, salvo alguna comunicación con sus familias.
Se llamó hikikomori (o ひきこもり en japonés), que significa «tirar hacia dentro, estar confinado». Se caracterizó como «retraimiento social agudo», o más coloquialmente – ser un encerrado. Los hikikomori se retiran esencialmente de la vida social sin ninguna condición física o mental subyacente.
Es importante señalar que no se trata del típico introvertido «no quiero ver a la gente hoy» – la condición se caracteriza por un aislamiento social extremo.
Esta condición también rara vez cambia para mejor. Las entrevistas y encuestas con hikikomori han revelado que los hikikomori sienten fuertes niveles de angustia psicológica y, a menudo, la mera idea de renunciar a este estilo de vida puede producir angustia.
El retraimiento social significa que los hikikomori permanecen en casa casi todos los días, y pueden vivir con sus familias o solos. No se trata sólo de una forma de ansiedad social, la mayoría de los investigadores que lo estudian presionan para clasificarlo como una condición patológica.
Qué causa el hikikomori
Una encuesta comunitaria publicada en 2010 informó de que la prevalencia del hikikomori era de aproximadamente el 1,2% de la población japonesa y, sin embargo, aún no se ha llegado a un consenso sobre lo que desencadena este tipo de afección.
Parece afectar a ambos sexos por igual y parece estar relacionado a menudo con traumas previos o experiencias sociales desagradables (incluido el fracaso académico). Parece afectar a las familias de clase media y media-alta, pero también podría ser el caso porque estas familias pueden permitirse mantener completamente a un hijo o hija aislado, mientras que en las familias que no son tan adineradas, los potenciales hikikomori se verían obligados a ir a trabajar.
El hikikomori es similar al retraimiento social que muestran algunas personas con trastornos del espectro autista, pero no se ha establecido una conexión definitiva. Según el libro de Michael Zielenziger, Shutting Out the Sun: How Japan Created Its Own Lost Generation, el síndrome está más relacionado con el trastorno de estrés postraumático, aunque las investigaciones publicadas sugieren que esto es especulativo.
No hay ninguna condición mental subyacente que desencadene este fenómeno (esto es en realidad un aspecto importante en la definición de hikikomori), pero no está del todo claro si se trata de una condición mental en sí misma o sólo una forma extrema de comportamiento. Para empeorar aún más las cosas, el aislamiento social resultante, que a menudo se une a la vergüenza o la culpa que proviene de la familia, son todas las barreras en la identificación y caracterización de estos individuos.
Anecdóticamente, muchos casos de hikikomori parecen estar relacionados con experiencias infantiles desagradables o incluso traumáticas. También puede haber una relación con dinámicas familiares disfuncionales. Los logros decepcionantes, particularmente cuando se combinan con las altas expectativas familiares, también parecen ser factores en el desarrollo del hikikomori. Algunas características sociales particulares también parecen estar en juego.
No es una coincidencia que el fenómeno haya tomado forma por primera vez en Japón. El hikikomori se ha relacionado con la ruptura de la cohesión social y la decadencia de las relaciones sociales, la rápida urbanización y el rápido progreso tecnológico, todos ellos frecuentes en Japón. Estos cambios pueden disociar a los individuos de la sociedad, haciendo que se sientan fuera de lugar en cualquier situación social. Los individuos con una psique y una situación familiar especialmente predispuestas corren un riesgo especial.
En general, las investigaciones en curso sugieren que los factores intrapersonales (autoestima, dificultades emocionales, control de los impulsos, etc.) son mayores factores de riesgo que los interpersonales (por ejemplo, ansiedad social, relaciones problemáticas con los compañeros, dificultades en las relaciones con los padres, funcionamiento de la familia, etc.)
Pero hay un factor más importante en juego.
Los ermitaños de la era digital
La tecnología, con Internet y los juegos de ordenador a la cabeza, parecen estar relacionados con el hikikomori.
La conexión entre Internet y los videojuegos y el hikikomori aún se está investigando, pero se considera, como mínimo, un factor que puede agravar este problema.
Los hikikomori tienden a utilizar Internet profusamente, prefieren comunicarse en línea y a menudo (aunque no siempre) pasan gran parte de su tiempo en el mundo online.
Sin embargo, sería demasiado superficial descartar a los hikikomori como adictos a Internet. El uso de Internet, y de las redes sociales en particular, se ha disparado en los últimos años. Un estudio reciente reveló que entre el 17 y el 26,8% de los adolescentes de Hong Kong podrían considerarse adictos a Internet, en comparación con el 1% que puede considerarse hikikomori. La edad a la que empiezan a surgir los fenómenos también es diferente: en el caso de la adicción a Internet, se trata de los primeros años de la adolescencia. Para los hikikomori, es al final de la adolescencia y al principio de la edad adulta.
Es posible que haya un solapamiento entre los adictos a Internet y los hikikomori, pero incluso así, no está claro qué causa qué. La adicción a Internet puede hacer que las personas se aíslen del resto del mundo, pero Internet también puede ser un mecanismo de supervivencia para las personas que tienen una comunicación muy limitada con los demás. Además, aunque el término «adicción» sugiere algo negativo, la adicción a Internet podría ser en realidad algo bueno en este caso.
Según algunos estudios, Internet puede en realidad mejorar la calidad de vida del hikikomori, al ofrecerle una forma de conocer a otras personas, incluso a personas con problemas similares e intereses comunes.
Internet es también a veces la única vía por la que los hikikomori interactúan con los profesionales de la salud
No obstante, según Takahiro Kato, profesor asociado de psiquiatría en la Universidad de Kyushu en Fukuoka, los videojuegos y las redes sociales han reducido la cantidad de tiempo que las personas pasan fuera y en entornos sociales, lo que podría servir como una especie de puerta de entrada. La aparición de los teléfonos inteligentes, los servicios de entrega de comida y todos los servicios que reducen la interacción social también pueden tener un efecto agravante en el problema. Básicamente, se puede vivir toda la vida desde la cama o el escritorio, y eso es lo que hacen muchos hikikomori.
Pero aunque el fenómeno surgió y se definió en Japón y otras partes de Asia, hace tiempo que se ha convertido en un fenómeno global, al que no se presta suficiente atención.
Se extiende a otros países
Aunque el problema sigue siendo más frecuente en Japón, hace tiempo que se ha «extendido» más allá de las fronteras del país. Estudios anteriores informaron de la existencia de hikikomori en Corea del Sur y Hong Kong, así como en Estados Unidos, Marruecos, Omán, Italia, India, Finlandia y Francia.
El aislamiento social ha ido en aumento en muchas partes del globo, y el fenómeno ha tomado un impulso inesperado a nivel mundial. Pero si las causas mencionadas anteriormente son las culpables, no se trata de un fenómeno sorprendente.
Japón puede estar a la vanguardia de algunos cambios sociales y tecnológicos, pero muchas zonas también están entrando lentamente en esas fases. En particular, cada vez más partes del mundo se están volviendo lo suficientemente prósperas como para mantener a los adultos jóvenes indefinidamente (o los adultos jóvenes pueden trabajar a distancia, en línea, sin necesidad de encontrarse con nadie cara a cara). No siempre está claro cómo pueden sobrevivir los hikikomori o cómo ganan dinero, pero la mayoría proceden de familias de clase media o media-alta que pueden proporcionarles apoyo. Ni que decir tiene que esto añade un componente económico a un problema social ya de por sí agobiante.
El cambio cultural que ha traído la tecnología (e Internet en particular) también puede abrir un abismo entre los hijos y sus padres. El hecho de que los padres no sean capaces de ver los primeros signos de aislamiento social se ha destacado como un factor agravante de este problema.
Las entrevistas han demostrado que los hikikomori no están ligados únicamente a Japón o Asia, y ningún aspecto cultural parece ser definitorio. Es un fenómeno complejo con causas complejas.
Definir el hikikomori de una manera mejor
Entre los muchos aspectos que aún no entendemos sobre el hikikomori, la falta de una definición clara es especialmente acuciante. Aquí es donde entra en juego un nuevo estudio que ayuda a definir lo que hace a un hikikomori
Hace aproximadamente una década, se desarrolló una forma de entrevista diagnóstica, pero ésta era sólo semiestructurada y no logra captar el problema en su contexto más amplio. La idea de un joven japonés, triste y aislado en su habitación, no es suficiente para describir el problema. Esta definición es incompleta e insuficiente, sobre todo porque el fenómeno surge en diferentes países y en diferentes subconjuntos de la población.
El hikikomori tampoco es necesariamente permanente. Un análisis reciente lo define como «una condición psicosociológica caracterizada por un retraimiento social prolongado y severo durante un periodo de tiempo de al menos 6 meses».
Algunos investigadores han sugerido dividir a los hikikomori en dos grupos: los «duros», que casi nunca salen y no tienen interacciones cara a cara con casi nadie, incluida su familia, y los «blandos», que salen de 1 a 3 días a la semana. Otra clasificación sugiere dividirlos en los que viven con sus padres y los que viven solos, ya que esto podría tener causas subyacentes algo diferentes.
La fobia social sigue siendo la identidad principal de los hikikomori, pero eso no es suficiente para elaborar una definición. En su lugar, los investigadores de la Universidad de Kyushu proponen 4 factores clave para definir el hikikomori como una condición patológica.
- En primer lugar, el comportamiento de permanecer confinado en casa. El aspecto físico del retraimiento social es la característica central y definitoria. Sin embargo, la frecuencia con la que se sale al exterior todavía necesita más investigación, ya que puede haber una gran variedad en este sentido.
- Las interacciones sociales no se desean, pero tampoco se evitan necesariamente. Esto entra en contradicción directa con las encuestas anteriores, pero los investigadores dicen que en sus entrevistas, los hikikomori dicen tener pocas interacciones sociales significativas – pero niegan evitar la interacción social. Esto también indicaría que el hikikomori no está relacionado con otro trastorno de ansiedad social.
- El deterioro funcional debe evaluarse cuidadosamente. Algún tipo de deterioro funcional está presente en todas las condiciones patológicas, pero éste debe ser evaluado en su contexto adecuado. En particular, a medida que las personas pasan más tiempo en aislamiento social, es más probable que aparezcan sentimientos de soledad o depresión, pero éstos no son necesariamente una causa subyacente, sino que podrían ser un efecto.
- Por último, el hikikomori no puede explicarse por otros trastornos psiquiátricos. Está claro que este trastorno tiende a coocurrir con otras afecciones y esta relación todavía se está investigando. También es posible que el hikikomori desencadene una serie de afecciones mentales, pero no puede ser estrictamente causado por enfermedades externas. Internet y otros aspectos tecnológicos no pueden considerarse causas por sí mismos.
Reconocimiento, comprensión y tratamiento
Ya ha pasado una generación de hikikomori, y la sociedad sigue sin saber cómo tratar este fenómeno.
El problema se ha agravado por la falta de reconocimiento. Los padres rara vez quieren aceptar que existe un problema, o pueden apresurarse a pasarlo por alto como una «cosa de adolescentes». Aceptarlo como una realidad e intentar solucionarlo es un primer paso crucial.
En segundo lugar, este problema sigue siendo poco conocido, en parte porque es relativamente nuevo, pero también porque hasta hace muy poco, ha habido muy pocos estudios realizados fuera de Japón. Esto está empezando a cambiar y hay varios estudios prometedores en curso.
En tercer lugar, aunque es probable que no haya una bala de plata, un enfoque terapéutico puede ayudar a marcar la diferencia.
Particularmente con los avances en la tecnología digital y de comunicación que proporcionan alternativas a la interacción social en persona, el hikikomori puede convertirse en una preocupación cada vez más relevante. Pero estos canales de comunicación también pueden servir como palanca para ayudar a lidiar con este fenómeno.
Algunos han argumentado que el hikikomori podría ser una respuesta no patológica o disociativa a la angustia, pero este fenómeno indica una relación cambiante entre los adolescentes y sus padres, así como el entorno que los rodea. Sería conveniente prestarle más atención.