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Discusión

El principal hallazgo del presente estudio fue que existen importantes diferencias a nivel de grupo entre los pacientes jóvenes con OLI y ELI. El infarto occipital se asoció a pacientes más jóvenes y al sexo femenino. El estado protrombótico fue más frecuente entre los pacientes con OLI que con ELI. Además, ningún paciente con OLI tenía hipertensión y el colesterol total era más bajo. Esto sugiere que la distribución de la causalidad del infarto occipital puede ser diferente de la de los infartos cerebrales localizados en otros lugares.

La alta frecuencia de un estado protrombótico entre los pacientes con OLI en el presente estudio es digna de mención. El infarto migrañoso está asociado a la localización occipital según algunos estudios (Hoekstra-van Dalen et al 1996), y la hipercoagulabilidad plasmática puede ser importante en el infarto cerebral relacionado con la migraña (Riddle et al 1989). Sin embargo, la frecuencia de la migraña fue similar entre los pacientes OLI y ELI en nuestro estudio. Por lo tanto, no encontramos apoyo para la asociación entre la migraña y la localización occipital del infarto cerebral y es probable que la alta frecuencia de estados protrombóticos entre los pacientes OLI no estuviera relacionada con la migraña. Una limitación del presente estudio fue que no fue posible atribuir la causalidad a la migraña porque los registros de los pacientes no proporcionaron la información requerida por los criterios de definición del infarto migrañoso. Además, en el presente estudio se desconoce la frecuencia de la migraña con aura.

En el análisis multivariante el sexo femenino, el estado protrombótico y la hipertensión dejaron de asociarse con el OLI, mientras que hubo una tendencia a que la edad baja, la presión arterial sistólica baja al ingreso por el ictus índice y el colesterol total bajo en el seguimiento se asociaran independientemente con el OLI. Aunque el bajo número de personas hace que el análisis multivariante sea difícil de interpretar en el presente estudio, los resultados apoyan la sugerencia de que la distribución de la causalidad en el OLI y el ELI es diferente. El colesterol total bajo sugiere que la aterosclerosis puede ser menos frecuente entre los pacientes con OLI.

Se ha demostrado que las enfermedades mitocondriales como el MELAS se asocian con el infarto en las regiones posteriores del cerebro. Excepto un paciente de OLI con MELAS conocido, a nuestros pacientes no se les hizo la prueba de la enfermedad mitocondrial. Sin embargo, nuestro estudio plantea la posibilidad de que la enfermedad mitocondrial pueda ser una causa importante de infartos occipitales entre los pacientes jóvenes. En futuros estudios deberían realizarse análisis genéticos para detectar enfermedades mitocondriales entre los pacientes con infartos occipitales.

No encontramos que el pronóstico en cuanto a la mortalidad, la recurrencia del infarto cerebral y el infarto de miocardio posterior al infarto fuera diferente entre los pacientes OLI y ELI. Es probable que se necesite un mayor número de pacientes para revelar si los infartos del lóbulo occipital se asocian a un mejor pronóstico en comparación con los infartos localizados en otros lugares.

El punto fuerte del presente estudio es su diseño basado en la población. Permite determinar de forma imparcial la distribución de la localización del infarto. En comparación, la mayoría de los estudios de pacientes jóvenes con ictus isquémico se basan en el hospital y, por tanto, son susceptibles de sesgo de selección.

Una limitación es que la búsqueda de casos fue retrospectiva, lo que puede afectar tanto a la búsqueda como a la determinación de casos. Sin embargo, la tasa de admisión es alta en Noruega, y otros han encontrado que la intensificación de los esfuerzos de búsqueda de casos entre los médicos generales en Noruega no aumentó significativamente las tasas de incidencia de accidente cerebrovascular (Ellekjaer et al 1997). Esto indica que pocos casos escaparon a nuestra atención.

En conclusión, nuestro estudio reveló que los infartos occipitales difieren de los infartos en otras localizaciones. Esto puede tener importantes implicaciones etiológicas y terapéuticas que requieren más estudios.

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