El pueblo especial de Dios, los judíos, no obedeció a Dios. Así que los castigó. Permitió que el rey de Babilonia y su ejército los derrotaran. El rey de Babilonia ordenó que la mayoría de los judíos vivieran en Babilonia. Babilonia estaba muy lejos de su país, llamado Judá.
Muchos años después, el ejército de Persia derrotó al ejército de Babilonia. El rey de Persia permitió a los judíos regresar a su propia tierra. Sólo algunos de los judíos regresaron a Judá.
Muchos años después, un hombre llamado Hanani dejó Judá para visitar a su hermano, Nehemías. Nehemías era un importante servidor del rey de Persia. Nehemías le pidió a Hanani noticias sobre Jerusalén, que era la principal ciudad de Judá. Hanani le dijo a Nehemías que los muros de Jerusalén eran sólo montones de piedras. El fuego había quemado las puertas de la ciudad.
Estas noticias entristecieron mucho a Nehemías. Así que Nehemías pidió al rey que lo enviara a Jerusalén para construir de nuevo los muros de la ciudad.
El libro de Nehemías en la Biblia cuenta la historia de cómo Nehemías y el pueblo construyeron de nuevo los muros de Jerusalén. La gente que vivía cerca de Jerusalén no quería que los judíos volvieran a construir la ciudad. Se opusieron a los judíos y trataron de detener la obra. Pero Dios los ayudó y terminaron la obra en 52 días.
Dios quería que los judíos volvieran a ser su pueblo especial. Así que Nehemías, con la ayuda de Esdras, ayudó al pueblo a obedecer a Dios. Pero a menudo el pueblo no obedecía la palabra de Dios. Habían olvidado que Dios había castigado al pueblo muchos años antes. Lo hizo porque no le obedecieron. Dios había permitido que un rey extranjero derrotara a los judíos. Por eso la ciudad de Jerusalén necesitaba estas reparaciones.