Dos veces en el último mes, un caballo de batalla en mi pantorrilla derecha me ha arrancado del feliz sueño. Aunque la prednisona no fue la culpable de los agónicos despertares a las 4 de la mañana, es lo primero en lo que pensé mientras estaba en la cama, retorciéndome de dolor.
He perdido la cuenta del número de veces que me han puesto prednisona para tratar mi sarcoidosis, pero nunca olvidaré sus numerosos y horribles efectos secundarios, razón por la que odio tomarla y me encanta que me la quiten. Siempre que es posible, busco alternativas porque incluso el uso a corto plazo de corticosteroides orales conlleva riesgos.
Sin embargo, tengo formas de superar los peores efectos secundarios.
No eres tú; es la prednisona.
Encuentro un ancla emocional. Cuando los médicos me recetaron una alta dosis de prednisona tras mi diagnóstico de sarcoidosis, un amigo que había pasado por tratamientos con esteroides me hizo una advertencia. Me dijo que haría algunas locuras, y que no me daría cuenta de lo loco que actuaba sino en retrospectiva, una vez fuera de la prednisona. Tenía razón. La prednisona me lleva a una montaña rusa de extremos emocionales. Por eso siempre me aseguro de tener a alguien con quien pueda contar cada vez que lo necesite para que me saque de las repisas de mi locura.
Beber, comer, repetir.
La prednisona hace que mi apetito se dispare. También agota el potasio, lo que provoca calambres inolvidables y de pesadilla en mis manos, piernas y pies, y provoca retención de líquidos. Me he librado en gran medida del aumento de peso asociado a la prednisona y de la temida «cara de luna» bebiendo más agua, consumiendo menos sodio y comiendo alimentos ricos en proteínas (que me hacen sentir llena durante más tiempo). También como muchas verduras y frutas -especialmente las ricas en potasio, como los plátanos y los boniatos- para ayudar a combatir los calambres musculares.
¿Qué es el sueño?
Se podría pensar que luchar contra los calambres musculares, los cambios de humor y un apetito incesante agotaría a una persona al final del día. Pero no. El insomnio, que se hace más probable con los aumentos de dosis, fue otro efecto secundario sorpresa de la prednisona. Pude recuperar el sueño tomando mi dosis completa prescrita antes de las 9 de la mañana, que es la hora óptima, y tomando Benadryl antes de acostarme, como me recomendó mi médico.
Le hago la guerra a los gérmenes.
La prednisona suprime el sistema inmunitario, así que me lavo las manos con frecuencia, que es la mejor defensa contra los gérmenes. También me alejo de cualquier persona que esté enferma y evito los lugares públicos concurridos -especialmente los espacios cerrados como trenes, autobuses y aviones- cuando es posible.
Los efectos secundarios hacen que la vida con prednisona sea miserable, pero seguiré tomando los cursos que sean necesarios, siempre que los beneficios superen los riesgos y los daños.
***
Nota: Sarcoidosis News es estrictamente un sitio web de noticias e información sobre la enfermedad. No ofrece consejos médicos, diagnósticos ni tratamientos. Este contenido no pretende sustituir el consejo, el diagnóstico o el tratamiento médico profesional. Busque siempre el consejo de su médico u otro proveedor de salud calificado para cualquier pregunta que pueda tener con respecto a una condición médica. Nunca ignore el consejo médico profesional ni se demore en buscarlo por algo que haya leído en este sitio web. Las opiniones expresadas en esta columna no son las de Sarcoidosis News ni las de su empresa matriz, BioNews Services, y están destinadas a suscitar el debate sobre temas relacionados con la sarcoidosis.
- Detalles de la autora