Los científicos creen saber qué causa la tripofobia

Imagínese el casco de un barco cubierto de percebes, una vaina de semilla de loto seca, burbujas de leche en un café con leche o un panal de miel. Las imágenes de estos objetos son inofensivas, a no ser que seas uno de los millones de personas que sufren tripofobia. En ese caso, es probable que le provoquen un intenso asco, náuseas y miedo, y que le ericen la piel.

El término tripofobia, acuñado recientemente, describe el miedo a los grupos de agujeros. La fobia no está reconocida por el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, pero su visibilidad en Internet sugiere que para muchos es muy real. Ahora, unos científicos del Reino Unido creen haber identificado el mecanismo evolutivo que hay detrás de esta reacción.

Tom Kupfer, de la Universidad de Kent, y An T. D. Le, de la Universidad de Essex, han publicado sus conclusiones en la revista Cognition and Emotion. Según su investigación, la tripofobia evolucionó como una forma de evitar las enfermedades infecciosas. Hace miles de años, si veías a una persona cubierta de forúnculos o un cuerpo cubierto de moscas, una aversión natural a la vista te habría ayudado a evitar contagiarte de lo que tuvieran.

Pero sentir asco por una piel plagada de patógenos o parásitos no significa por sí solo que seas tripofóbico; después de todo, mantener las distancias con una posible infección es inteligente. Pero la tripofobia parece desviar esa reacción, como escriben los autores: «La tripofobia puede ser una versión exagerada y sobregeneralizada de esta respuesta normalmente adaptativa»

Las vainas de las semillas de loto son un desencadenante común de la tripofobia.Vmenkov, Wikimedia Commons // CC BY-SA 3.0

Esta explicación no es del todo nueva, pero hasta ahora se había investigado poco sobre si es exacta. Para poner a prueba su hipótesis, los científicos reclutaron a 376 autodenominados tripófobos de foros en línea, y a otros 304 estudiantes universitarios que no decían tener la afección. A ambos grupos se les mostraron dos conjuntos de imágenes: El primero mostraba grupos de marcas en forma de círculo en animales y partes del cuerpo humano (las «imágenes de grupos relevantes para la enfermedad»); el segundo mostraba grupos de agujeros en objetos inanimados como ladrillos y vainas de flores («imágenes de grupos irrelevantes para la enfermedad»). Mientras que ambos grupos declararon sentir repulsión por la primera colección de fotografías, sólo los tripófobos sintieron lo mismo por las imágenes que no tenían nada que ver con la infección.

Otra conclusión del estudio es que la tripofobia está más relacionada con sensaciones de asco que de miedo. Esto la diferencia de fobias más comunes como la aracnofobia (miedo a las arañas) o la acrofobia (miedo a las alturas). Y no hace falta ser tripofóbico para sentir asco por un vídeo de sapitos de Surinam que nacen a través de agujeros en la espalda de su madre. A todos nos puede dar asco eso.

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