El lisinopril, al igual que otros inhibidores de la ECA, reduce la presión arterial y preserva la función renal en pacientes hipertensos con diabetes mellitus no insulinodependiente o insulinodependiente (DMID o DMID) y nefropatía temprana o manifiesta, sin afectar negativamente al control glucémico o a los perfiles lipídicos. Según las pruebas disponibles, los efectos renoprotectores parecen ser mayores con lisinopril que con los antagonistas del calcio, los diuréticos y los betabloqueantes de la comparación, a pesar de una eficacia antihipertensiva similar. Como ha demostrado el ensayo EUCLID (EUrodiab Controlled trial of Lisinopril in Insulin-Dependent Diabetes), el lisinopril también es renoprotector en pacientes normotensos con DMID y microalbuminuria. El efecto en los pacientes normotensos con normoalbuminuria fue menor que en los que tenían microalbuminuria, y aún no se pueden sacar conclusiones sobre su uso en pacientes con normoalbuminuria. En otras complicaciones distintas de la nefropatía, el lisinopril ha mostrado algunos beneficios. En el estudio EUCLID, la progresión de la retinopatía se ralentizó durante 2 años de tratamiento con lisinopril. Aunque todavía no se han publicado en su totalidad, estos resultados constituyen la prueba más convincente hasta la fecha del efecto de un inhibidor de la ECA en la retinopatía. El fármaco también puede mejorar la función neurológica, pero este hallazgo es preliminar. Por último, un análisis post hoc del ensayo GISSI-3 indica que el lisinopril reduce las tasas de mortalidad a las 6 semanas en pacientes diabéticos cuando se inicia como tratamiento temprano tras un infarto agudo de miocardio. El perfil de tolerabilidad de lisinopril es típico de los inhibidores de la ECA y parece ser similar en individuos diabéticos y no diabéticos. La hipoglucemia se ha producido con una frecuencia similar con lisinopril y placebo, como se demostró en el ensayo EUCLID. Además, el estudio GISSI-3 indica que la incidencia de hipotensión persistente y disfunción renal aumenta con lisinopril en general, pero la presencia de diabetes no parece conferir un riesgo adicional de estos acontecimientos en los pacientes diabéticos con infarto agudo de miocardio que reciben lisinopril. En resumen, el lisinopril disminuye la presión arterial y produce un efecto renoprotector en los pacientes con DMID y DMNID sin perjuicio del control glucémico o de los perfiles lipídicos. Al igual que otros inhibidores de la ECA, el lisinopril debería considerarse un agente de primera línea para reducir la presión arterial y prevenir o atenuar la nefropatía en pacientes diabéticos hipertensos con DMID o DMNID y microalbuminuria o enfermedad renal manifiesta. El estudio EUCLID, en el que se utilizó lisinopril, aporta nuevos datos que apoyan un lugar adicional en el manejo de los pacientes normotensos con microalbuminuria y DMID. Estos resultados, junto con algunas pruebas de un efecto de lisinopril en el retraso de la progresión de la retinopatía y en la reducción de la mortalidad, sugieren un papel más amplio para el fármaco en el manejo de las complicaciones vasculares diabéticas.
Arquidia Mantina
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