La pandemia de COVID-19, el desempleo récord y la escalada del malestar social están llevando a la sociedad estadounidense a un punto de ruptura.
El panorama general: Las civilizaciones no duran para siempre, y cuando se derrumban, la causa es casi siempre un fracaso interno. Incluso en medio de uno de nuestros años más oscuros, Estados Unidos todavía tiene muchos factores a su favor, pero el destino de las sociedades del pasado encierra lecciones aterradoras para lo que puede estar por venir.
Si Estados Unidos parece un país al borde del abismo, bien puede serlo. Los expertos que han estudiado el colapso de las civilizaciones en el pasado advierten que Estados Unidos está mostrando síntomas de una sociedad en verdadero peligro existencial.
- «Estados Unidos corre el riesgo de sufrir una caída en la próxima década», afirma Luke Kemp, investigador asociado del Centro para el Estudio del Riesgo Existencial de la Universidad de Cambridge. «Hay señales de alerta temprana y los diferentes factores que contribuyen al colapso están aumentando».
Estos factores incluyen:
Enfermedades: Estados Unidos no sería la primera civilización derrocada por un patógeno microscópico.
- La «peste antoniana» afectó al Imperio Romano en su apogeo a finales del siglo II, extendiéndose a través de las rutas comerciales y matando a unos 7 u 8 millones de personas. Otra plaga a mediados del siglo VI -precursora de la «peste negra» europea- pudo haber matado a la mitad del Imperio Romano, y sus réplicas «ayudaron a empujar a los romanos más allá del punto de ruptura», como escribió en 2017 el profesor de clásicas de la Universidad de Oklahoma Kyle Harper.
- Es casi seguro que el COVID-19 no causará un número de víctimas tan grande. Pero su rápida propagación ha puesto de relieve el lado negativo de la globalización, mientras que las luchas del gobierno de Estados Unidos para controlarlo han puesto de manifiesto el fracaso institucional y las desigualdades arraigadas en la sociedad estadounidense.
Desigualdad: Un factor que se repite una y otra vez en el colapso de las civilizaciones es el aumento de la desigualdad, ya que las élites acumulan cada vez más riqueza y poder a expensas de las masas. La desigualdad crea malestar social, pero también socava la solidaridad colectiva necesaria para responder a otras amenazas, tanto internas como externas.
- Incluso antes de la pandemia, la brecha entre los hogares más ricos y los más pobres de Estados Unidos en 2019 era la mayor de los últimos 50 años. Aunque los ingresos de los pobres habían aumentado gracias a los años de expansión económica, ese crecimiento quedaba empequeñecido por la riqueza que fluía hacia los más ricos de entre los ricos -y como me dijo el historiador Patrick Wyman, «la percepción de la desigualdad social es tan importante como aquello a lo que la gente tiene objetivamente acceso»
- COVID-19 empeorará casi con toda seguridad la desigualdad, especialmente si los empresarios aprovechan la oportunidad para acelerar la automatización en el lugar de trabajo. La pandemia también ha puesto de manifiesto la vulnerabilidad de los trabajadores negros, que de forma desproporcionada trabajan en los sectores más afectados por el cierre o en puestos de primera línea que los ponen en el punto de mira del coronavirus.
Desasosiego social: En todos los estados se han producido protestas callejeras en los últimos días, mientras que Washington, D.C., se ha transformado en una masiva medida de seguridad. Lo que los estadounidenses están presenciando «es lo que ocurre en los países antes de un colapso», como dijo un ex analista de la CIA al Washington Post.
- La voluntad del presidente Trump de superar las normas amenazando con desatar el ejército -en lo que él caracteriza como un esfuerzo para combatir los saqueos que han acompañado a algunas protestas y que los críticos argumentan que es un intento de autoritarismo desnudo- arriesga una violencia aún mayor.
- Un electorado profundamente polarizado se enfrenta a unas elecciones presidenciales que podrían verse alteradas por la pandemia, unas elecciones cuyo resultado bien podría ser disputado e incluso resistido por muchos estadounidenses, independientemente del candidato que gane. Nada menos que el columnista del New York Times, Thomas Friedman, advirtió el miércoles que Estados Unidos «se está acercando a una guerra civil cultural».
- Esa arraigada división -ayudada por los efectos polarizadores de las redes sociales y cada vez más salpicada por la violencia real- amenaza con paralizar a Estados Unidos frente a las amenazas externas, desde la pandemia en curso hasta el ascenso de China y la creciente marea del cambio climático.
Sí, pero: Si se repasa la historia de Estados Unidos, se pueden encontrar ejemplos más nefastos de cada uno de estos factores. Los disturbios sociales de 1968 fueron mucho más sangrientos; la pandemia de gripe de 1918 mató a mucha más gente; y, por supuesto, acabar con el pecado original de la esclavitud requirió una guerra civil que provocó 750.000 muertes.
- Pero como señaló Friedman en su columna, «Abraham Lincoln no es el presidente».
La conclusión: El historial de Estados Unidos a la hora de capear crisis existenciales pasadas nos da esperanzas de supervivencia, pero no certeza. Los próximos meses podrían decirnos si Estados Unidos está finalmente en el camino de la renovación o de la ruina.