Pelar almejas y otros bivalvos individualmente lleva mucho tiempo y un poco de grasa de codo. Si tiene algo de tiempo por adelantado, puede meterlas en el congelador.
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En el libro Maximum Flavor (Máximo sabor), Aki Kamozawa y Alexander H. Talbot sugieren que utilice el congelador para conseguir que esos sabrosos bivalvos se abran. Lava bien tu lote de almejas, colócalas en una bandeja de horno y mételas en el congelador durante unas seis horas. A continuación, meta las almejas congeladas en un bol y métalas en el frigorífico durante otras seis u ocho horas.
Cuando se congelan y descongelan las almejas, éstas se abren solas, lo que facilita su descascarillado con una cuchara. Este proceso también ablanda las almejas para que no se vuelvan blandas al cocinarlas.
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Este método también sirve para las ostras y los mejillones, y platos como la sopa de almejas u otras sopas y guisos de marisco serán más fáciles de preparar. El inconveniente, por supuesto, es que hay que acordarse de meterlos en el congelador y luego en el frigorífico con mucha antelación.
Maximum Flavor | Amazon vía Food52
Foto de Michael Dorausch.
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