La conexión intestino-cerebro

Presta atención a tu conexión intestino-cerebro: puede contribuir a tus problemas de ansiedad y digestión

Actualizado: 21 de enero de 2020

Publicado: Marzo, 2012

La conexión intestino-cerebro no es ninguna broma; puede relacionar la ansiedad con los problemas estomacales y viceversa. Has tenido alguna vez una experiencia «visceral»? ¿Ciertas situaciones te hacen «sentir náuseas»? ¿Ha sentido alguna vez «mariposas» en el estómago? Utilizamos estas expresiones por una razón. El tracto gastrointestinal es sensible a las emociones. La ira, la ansiedad, la tristeza, la euforia: todos estos sentimientos (y otros) pueden desencadenar síntomas en el intestino.

El cerebro tiene un efecto directo sobre el estómago y los intestinos. Por ejemplo, el mero hecho de pensar en comer puede liberar los jugos del estómago antes de que llegue la comida. Esta conexión va en ambas direcciones. Un intestino con problemas puede enviar señales al cerebro, al igual que un cerebro con problemas puede enviar señales al intestino. Por lo tanto, el malestar estomacal o intestinal de una persona puede ser la causa o el producto de la ansiedad, el estrés o la depresión. Esto se debe a que el cerebro y el sistema gastrointestinal (GI) están íntimamente conectados.

Esto es especialmente cierto en los casos en que una persona experimenta un malestar gastrointestinal sin una causa física evidente. En el caso de estos trastornos gastrointestinales funcionales, es difícil tratar de curar un intestino afligido sin tener en cuenta el papel del estrés y las emociones.

Salud intestinal y ansiedad

Dado lo estrechamente que interactúan el intestino y el cerebro, resulta más fácil entender por qué se pueden sentir náuseas antes de dar una presentación, o sentir dolor intestinal en momentos de estrés. Eso no significa, sin embargo, que las afecciones gastrointestinales funcionales sean imaginarias o «estén todas en la cabeza». La psicología se combina con los factores físicos para causar dolor y otros síntomas intestinales. Los factores psicosociales influyen en la fisiología real del intestino, así como en los síntomas. En otras palabras, el estrés (o la depresión u otros factores psicológicos) pueden afectar al movimiento y las contracciones del tracto gastrointestinal.

Además, muchas personas con trastornos gastrointestinales funcionales perciben el dolor de forma más aguda que otras personas porque sus cerebros son más sensibles a las señales de dolor del tracto gastrointestinal. El estrés puede hacer que el dolor existente parezca aún peor.

Sobre la base de estas observaciones, cabría esperar que al menos algunos pacientes con trastornos GI funcionales pudieran mejorar con una terapia para reducir el estrés o tratar la ansiedad o la depresión. Múltiples estudios han descubierto que los enfoques basados en la psicología conducen a una mayor mejora de los síntomas digestivos en comparación con el tratamiento médico convencional únicamente.

Conexión intestino-cerebro, ansiedad y digestión

¿Sus problemas estomacales o intestinales -como acidez, calambres abdominales o heces blandas- están relacionados con el estrés? Esté atento a estos y otros síntomas comunes del estrés y coméntelos con su médico. Juntos pueden idear estrategias que le ayuden a lidiar con los factores estresantes de su vida y también a aliviar sus molestias digestivas.

Para saber más sobre la conexión entre la salud del cerebro y la del intestino, lea El intestino sensible, un informe especial de salud de la Escuela de Medicina de Harvard.

Imagen: © ChrisChrisW | GettyImages

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