Impactos medioambientales de la industrialización

Todo lo que hacemos, desde los alimentos que comemos hasta la electricidad que utilizamos, afecta al mundo que nos rodea, pero no siempre fue así. La Revolución Industrial cambió la forma en que creamos todo, desde los alimentos y la energía hasta las tecnologías de saneamiento y fabricación. ¿Cómo ha afectado la industrialización al medio ambiente y qué podemos hacer en el futuro para reducir estos impactos ambientales?

La Revolución Industrial

La Revolución Industrial comenzó en algún momento a mediados del siglo XVIII, cuando la población mundial había empezado a recuperarse por fin de las muertes de la peste negra en el siglo XIII, que acabó con más de 75 millones de personas. La población del planeta se disparó, alcanzando los 1.000 millones en 1800 y duplicándose de nuevo en 1926. A principios del siglo XXI, había crecido de nuevo hasta los 6.000 millones.

Fue el carbón el que cambió el equilibrio de poder: el uso del carbón como fuente de energía cambió la forma en que veíamos la industria, desde la generación de energía hasta la fabricación. Llevamos utilizando el carbón desde el siglo XIII, pero no fue hasta el siglo XIX cuando despegó la industrialización.

En aquel entonces, no pensábamos en el impacto potencial de la quema de carbón y otros combustibles fósiles para alimentar nuestros nuevos equipos y maquinarias – pensábamos en crecer lo máximo, lo más rápido y lo más lejos posible. Sólo en los últimos años hemos empezado a evaluar el tipo de impacto que hemos tenido en el medio ambiente como resultado directo de este crecimiento exponencial.

El impacto

Hay cuatro puntos de impacto principales cuando se trata de la industrialización: el aire, el agua, el suelo y el hábitat.

El mayor problema es la contaminación del aire, causada por el humo y las emisiones generadas por la quema de combustibles fósiles. La EPA de Estados Unidos regula más de 80 toxinas diferentes que pueden encontrarse en la contaminación industrial, desde el amianto y la dioxina hasta el plomo y el cromo. A pesar de esta normativa, las industrias se encuentran entre los peores generadores de contaminación atmosférica del mundo.

La contaminación del agua también es un problema en estas zonas, concretamente en las regiones en las que las fábricas se construyen junto a fuentes de agua naturales. Estas toxinas pueden presentarse en diversas formas -sólidas, líquidas o gaseosas- y todas ellas pueden acabar contaminando los suministros de agua locales. Incluso los vertederos y otras zonas de eliminación de residuos pueden filtrar las toxinas en el suministro de agua local, provocando la contaminación del agua, como en el caso del río Nilo.

El ciclo del carbono

La contaminación del suelo es otro problema que va de la mano de la industrialización. El plomo es la forma más común de contaminación del suelo, pero otros metales pesados y productos químicos tóxicos también pueden filtrarse en el suelo y, a su vez, contaminar cualquier cultivo que crezca en él.

Por último, la industrialización ha llevado a una dramática destrucción del hábitat. Los bosques se talan por su madera y los ecosistemas se destruyen para crear carreteras, minas y graveras. La destrucción de estos hábitats trastorna los ecosistemas locales y conduce a la extinción de plantas y animales si las especies no son capaces de reubicarse o adaptarse a su nuevo entorno.

La solución

Ahora que nos hemos dado cuenta del impacto que la revolución industrial ha tenido y sigue teniendo en el medio ambiente, ¿qué podemos hacer para solucionarlo? Hay dos posibles enfoques que tanto las fábricas como los legisladores pueden adoptar para ayudar a reducir el impacto de la contaminación industrial.

En primer lugar, las industrias pueden reducir su dependencia de un producto que esté causando contaminación. Un buen ejemplo es la eliminación del plomo de la gasolina en la década de 1970. Hemos disminuido nuestra dependencia del plomo, lo que ha reducido la cantidad de este metal pesado que se filtra en el medio ambiente circundante.

La otra opción es tratar los residuos industriales para eliminar los componentes tóxicos, de modo que el resto de los residuos pueda eliminarse de forma segura. No siempre es fácil, y requiere que cada fábrica aplique los procedimientos adecuados para purificar o limpiar sus subproductos de desecho. Sin embargo, puede ayudar a reducir la contaminación del suelo, el aire y el agua que producen estas instalaciones, y también a conservar los recursos naturales. Empresas como https://allgreenrecycling.com/e-waste-recycling/ pueden ayudar a gestionar los residuos electrónicos de forma sostenible.

La revolución industrial puede haber cambiado nuestra forma de ver el mundo, pero también el impacto que tenemos en este planeta que llamamos hogar. Ahora que nos hemos dado cuenta del problema, depende de nosotros arreglarlo para que podamos seguir creciendo y cambiando sin destruir nuestro hogar en nombre del progreso.

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Al igual que la carga…

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