Se discuten las formas de determinar si es más útil la prueba de aptitud, de inteligencia o de logro. La función de una prueba, es decir, cómo se utilizan los resultados de la prueba, parece ser el método más lógico para discriminar entre los tipos de pruebas. En las pruebas educativas, si el propósito es evaluar la eficacia de la enseñanza o la formación, y la prueba está diseñada para medir lo que se ha enseñado específicamente, es una prueba de rendimiento. Lo mismo ocurre si la intención es calificar a los alumnos en función de lo que han aprendido en un curso. Si lo que interesa es únicamente predecir las calificaciones, quizá sea mejor una prueba de aptitud numérica. Si se desea predecir el éxito en varias asignaturas al mismo tiempo, se pueden utilizar pruebas de rendimiento. Este enfoque es más eficaz cuando los cursos pasados y futuros son más parecidos. Las pruebas de rendimiento pueden funcionar mejor como medidas de aptitud en los primeros años de la escuela, y menos bien en los niveles de secundaria y bachillerato, donde los cursos se diferencian cada vez más. Otra opción posible para predecir el éxito en varios cursos es la aptitud escolar o la llamada prueba de inteligencia de grupo. En la medida en que varios cursos exigen facilidad verbal y/o numérica para el aprendizaje exitoso, una prueba que mida esas aptitudes probablemente resulte útil. Una tercera alternativa es el uso de baterías de pruebas de aptitud diferenciales, que proporcionan una cobertura más amplia del funcionamiento mental que la prueba de aptitud escolar. En el mundo empresarial, las pruebas de empleo de puntuación múltiple suelen ser más útiles que las de puntuación única en la selección de empleados. (Para el documento relacionado, véase TM 002 944.) (DB)
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