El desempleo es universalmente reconocido como indeseable. Eso es más evidente que nunca gracias a la pandemia de Covid-19, que dejó sin trabajo a 10 millones de estadounidenses en sus dos primeras semanas. La situación es tan grave que la Ley de Ayuda, Alivio y Seguridad Económica contra el Coronavirus (CARES) ha ampliado las prestaciones de desempleo a los trabajadores por cuenta propia y a tiempo parcial a través de la Ayuda de Emergencia para el Desempleo por Pandemia, que proporciona hasta 39 semanas de prestaciones a partir del Aunque los economistas y los académicos argumentan de forma convincente que existe un cierto nivel natural de desempleo que no puede ser eliminado, el desempleo elevado impone costes significativos al individuo, a la sociedad y al país. Peor aún, la mayoría de los costes son de la variedad de pérdida muerta, donde no hay ganancias que compensen los costes que todos deben soportar. Dependiendo de cómo se mida, la tasa de desempleo está abierta a la interpretación.
Consecuencias principales
- El desempleo tiene costes para la sociedad que van más allá de los financieros.
- Los individuos desempleados no sólo pierden ingresos, sino que también se enfrentan a retos para su salud física y mental.
- Los costes sociales de un alto nivel de desempleo incluyen el aumento de la delincuencia y la reducción de la tasa de voluntariado.
- Los costes gubernamentales van más allá del pago de las prestaciones, ya que se pierde la producción de los trabajadores, lo que reduce el producto interior bruto (PIB).
Costes para el individuo
Los costes del desempleo para el individuo no son difíciles de imaginar. Cuando una persona pierde su empleo, suele haber un impacto inmediato en su nivel de vida. Antes de la Gran Recesión, la tasa media de ahorro en EE.UU. había ido descendiendo hasta llegar a cero (y a veces por debajo), y hay informes anecdóticos que indican que la persona media está a pocas semanas de tener serios problemas financieros sin un trabajo remunerado.
Incluso para aquellos que tienen derecho a las prestaciones por desempleo y otras formas de ayuda gubernamental, a menudo se da el caso de que estas prestaciones sustituyen el 50% o menos de sus ingresos regulares, lo que significa que estas personas están consumiendo mucho menos de lo habitual. Sin embargo, las consecuencias económicas pueden ir más allá de un menor consumo. Muchas personas recurrirán a los ahorros para la jubilación en caso de apuro, y el drenaje de estos ahorros tiene ramificaciones a largo plazo.
El desempleo prolongado puede conducir a una erosión de las habilidades, básicamente robando a la economía de talentos que de otro modo serían útiles. Al mismo tiempo, la experiencia del desempleo (ya sea directa o indirecta) puede alterar la forma en que los trabajadores planifican su futuro: el desempleo prolongado puede provocar un mayor escepticismo y pesimismo sobre el valor de la educación y la formación y hacer que los trabajadores estén menos dispuestos a invertir en los largos años de formación que requieren algunos trabajos. Del mismo modo, la ausencia de ingresos creada por el desempleo puede obligar a las familias a negar oportunidades educativas a sus hijos y privar a la economía de esas futuras habilidades.
Por último, pero no menos importante, hay otros costes para el individuo. Los estudios han demostrado que el desempleo prolongado perjudica la salud mental de los trabajadores y puede empeorar la salud física y acortar la esperanza de vida.
Costes para la sociedad
Los costes sociales del desempleo son difíciles de calcular pero no por ello menos reales. Cuando el desempleo se convierte en un problema generalizado, suelen aumentar los llamamientos al proteccionismo y a las restricciones severas a la inmigración. El proteccionismo no sólo puede dar lugar a represalias destructivas entre los países, sino que las reducciones del comercio perjudican el bienestar económico de todos los socios comerciales.
Otros costes sociales incluyen la forma en que las personas interactúan entre sí. Los estudios han demostrado que las épocas de alto desempleo suelen estar relacionadas con un menor voluntariado y un aumento de la delincuencia. El aumento de la delincuencia tiene sentido, porque a falta de un trabajo remunerado, la gente puede recurrir a la delincuencia para satisfacer sus necesidades económicas. El descenso del voluntariado no tiene una explicación obvia, pero quizás podría estar ligado a los impactos psicológicos negativos de no tener trabajo o incluso al resentimiento hacia los que no lo tienen.
La Ley de Ayuda, Alivio y Seguridad Económica (CARES) ha ampliado las prestaciones por desempleo a los autónomos y a los trabajadores a tiempo parcial.
Costes para el país
Los costes económicos del desempleo son probablemente más evidentes cuando se miran a través de la lente de la chequera nacional. El desempleo conlleva un aumento de los pagos de los gobiernos estatales y federales en concepto de prestaciones por desempleo, asistencia alimentaria y Medicaid. En julio de 2020, los pagos de los gobiernos estatales y federales en concepto de prestaciones por desempleo ascendieron a 18.260 millones de dólares. Al mismo tiempo, los gobiernos estatales y federales ya no recaudan los mismos niveles de impuestos sobre la renta que antes, lo que obliga a estos gobiernos a pedir dinero prestado, lo que aplaza los costes e impactos del desempleo en el futuro, o a recortar otros gastos.
El desempleo también es un estado peligroso para la economía estadounidense. Casi el 70% de lo que produce la economía estadounidense se destina al consumo personal y a los trabajadores desempleados. Incluso los que reciben ayudas del gobierno no pueden gastar al nivel anterior. La producción de esos trabajadores sale de la economía, lo que reduce el producto interior bruto (PIB) y aleja al país de la asignación eficiente de sus recursos. Para quienes suscriben la teoría de Jean-Baptiste Say de que la producción de bienes crea su propia demanda, esto es un problema grave.
También cabe señalar que las empresas también pagan un precio por el elevado desempleo. Las prestaciones por desempleo se financian en gran medida con los impuestos que se cobran a las empresas. Cuando el desempleo es elevado, los estados suelen tratar de reponer sus arcas aumentando los impuestos a las empresas, lo que, en contra de la intuición, disuade a las empresas de contratar más trabajadores. Las empresas no sólo se enfrentan a una menor demanda de sus productos, sino que también les resulta más caro retener o contratar a los trabajadores.
El resultado final
Los gobiernos se preocupan, con razón, por las consecuencias de la inflación, pero el desempleo también es un problema grave. Aparte del malestar social y el descontento que el desempleo puede producir en el electorado, un alto nivel de desempleo puede tener un impacto negativo que se autoperpetúa en las empresas y en la salud económica del país.
Peor aún, algunos de los efectos más perniciosos del desempleo son sutiles y muy duraderos. La confianza de los consumidores y de las empresas es clave para la recuperación económica, y los trabajadores deben sentirse seguros de su futuro para invertir en el desarrollo de las habilidades -y en la creación de ahorros- que la economía necesita para crecer en el futuro. Los costes del desempleo van mucho más allá de las sumas acumuladas que se entregan como prestaciones del seguro de desempleo.