Un creciente conjunto de pruebas científicas indica que las dietas vegetarianas sanas ofrecen claras ventajas en comparación con las dietas que contienen carne y otros alimentos de origen animal. Los beneficios se derivan de una menor ingesta de grasas saturadas, colesterol y proteínas animales, así como de una mayor ingesta de carbohidratos complejos, fibra dietética, magnesio, ácido fólico, vitamina C y E, carotenoides y otros fitoquímicos. Dado que los vegetarianos consumen dietas muy diferentes, es necesario diferenciar los distintos tipos de dietas vegetarianas. De hecho, muchas contradicciones y malentendidos sobre el vegetarianismo se deben a los datos científicos procedentes de estudios sin esta diferenciación. En el pasado, las dietas vegetarianas se han descrito como deficientes en varios nutrientes, incluyendo proteínas, hierro, zinc, calcio, vitamina B12 y A, ácidos grasos n-3 y yodo. Numerosos estudios han demostrado que las deficiencias observadas suelen deberse a una mala planificación de las comidas. Las dietas vegetarianas bien equilibradas son apropiadas para todas las etapas del ciclo vital, incluidos los niños, los adolescentes, las mujeres embarazadas y lactantes, los ancianos y los deportistas de competición. En la mayoría de los casos, las dietas vegetarianas son beneficiosas para la prevención y el tratamiento de ciertas enfermedades, como las cardiovasculares, la hipertensión, la diabetes, el cáncer, la osteoporosis, la enfermedad renal y la demencia, así como la enfermedad diverticular, los cálculos biliares y la artritis reumatoide. Las razones para elegir una dieta vegetariana a menudo van más allá de la salud y el bienestar e incluyen, entre otras, preocupaciones económicas, ecológicas y sociales. Las influencias de estos aspectos de las dietas vegetarianas son el tema del nuevo campo de la ecología nutricional que se ocupa de los estilos de vida sostenibles y del desarrollo humano.
Arquidia Mantina
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