‘Depresión sonriente’: Es posible estar deprimido mientras se aparenta estar feliz

El término «depresión sonriente» -aparentar felicidad ante los demás mientras se sufren internamente síntomas depresivos- se ha hecho cada vez más popular. Los artículos sobre el tema se han colado en la literatura popular, y el número de búsquedas en Google sobre la condición ha aumentado dramáticamente este año. Aunque la depresión sonriente no es un término técnico que utilicen los psicólogos, es posible estar deprimido y conseguir enmascarar los síntomas. El término técnico más cercano para esta condición es «depresión atípica». De hecho, una proporción significativa de personas que experimentan un estado de ánimo bajo y una pérdida de placer en las actividades consiguen ocultar su condición de esta manera. Y estas personas pueden ser especialmente vulnerables al suicidio.
Puede ser muy difícil detectar a las personas que sufren una depresión sonriente. Puede parecer que no tienen ninguna razón para estar tristes: tienen un trabajo, un apartamento y quizás incluso hijos o una pareja. Sonríen cuando se les saluda y pueden mantener conversaciones agradables. En resumen, se ponen una máscara ante el mundo exterior mientras llevan una vida aparentemente normal y activa.
En su interior, sin embargo, se sienten desesperanzados y abatidos, y a veces incluso piensan en acabar con todo. La fuerza que tienen para seguir con su vida cotidiana puede hacerles especialmente vulnerables a llevar a cabo planes de suicidio. Esto contrasta con otras formas de depresión, en las que las personas pueden tener ideas de suicidio pero no la energía suficiente para llevar a cabo sus intenciones.
Aunque las personas con depresión sonriente ponen una «cara feliz» ante el mundo exterior, pueden experimentar una auténtica elevación de su estado de ánimo como resultado de acontecimientos positivos en sus vidas. Por ejemplo, recibir un mensaje de texto de alguien de quien ansiaban tener noticias o ser elogiados en el trabajo puede hacer que se sientan mejor durante unos momentos antes de volver a sentirse decaídos.
Otros síntomas de esta afección son comer en exceso, tener una sensación de pesadez en los brazos y las piernas y sentirse fácilmente heridos por las críticas o el rechazo. Las personas con depresión sonriente también son más propensas a sentirse deprimidas por la noche y a sentir la necesidad de dormir más de lo habitual. Sin embargo, con otras formas de depresión, el estado de ánimo puede empeorar por la mañana y se puede sentir la necesidad de dormir menos de lo habitual.

La depresión sonriente parece ser más común en personas con determinados temperamentos. En concreto, se relaciona con ser más propensos a anticipar el fracaso, tener dificultades para superar situaciones embarazosas o humillantes y tender a rumiar o pensar excesivamente en situaciones negativas que han tenido lugar.
La revista Women’s Health captó la esencia de la depresión sonriente -la fachada- cuando pidió a las mujeres que compartieran fotos de sus redes sociales y luego las recapitularan en Instagram con cómo se sentían realmente en el momento en que se hacían la foto. Aquí están algunos de sus posts.

Afección y tratamiento

Es difícil determinar con exactitud las causas de la depresión sonriente, pero el bajo estado de ánimo puede derivar de varias cosas, como problemas laborales, ruptura de relaciones y la sensación de que tu vida no tiene propósito ni sentido.
Es muy común. Aproximadamente una de cada diez personas está deprimida, y entre el 15% y el 40% de ellas padecen la forma atípica que se asemeja a la depresión sonora. Esta depresión suele comenzar en una etapa temprana de la vida y puede durar mucho tiempo, por lo que si se padece una depresión sonriente es especialmente importante buscar ayuda. Lamentablemente, las personas que padecen este trastorno no suelen hacerlo porque, en primer lugar, pueden pensar que no tienen un problema, sobre todo si parecen seguir con sus tareas y rutinas diarias como antes. También pueden sentirse culpables y racionalizar que no tienen nada por lo que estar tristes. Así que no le cuentan a nadie sus problemas y acaban avergonzándose de sus sentimientos.
Entonces, ¿cómo se puede romper este ciclo? Un punto de partida es saber que esta condición realmente existe y que es seria. Sólo cuando dejamos de racionalizar nuestros problemas porque pensamos que no son lo suficientemente serios, podemos empezar a marcar la diferencia. Para algunos, esta percepción puede ser suficiente para cambiar las cosas, porque les pone en el camino de buscar ayuda y liberarse de los grilletes de la depresión que les han estado reteniendo.

El ejercicio y la meditación pueden ayudar. Crédito:

La meditación y la actividad física también han demostrado tener enormes beneficios para la salud mental. De hecho, un estudio realizado por la Universidad de Rutgers, en EE.UU., demostró que las personas que habían hecho meditación y actividad física dos veces por semana experimentaron un descenso de casi el 40% en sus niveles de depresión en sólo ocho semanas de estudio. La terapia cognitivo-conductual, que consiste en aprender a cambiar los patrones de pensamiento y comportamiento, es otra opción para los afectados por esta enfermedad. Y encontrar el sentido de la vida es de suma importancia. El neurólogo austriaco Viktor Frankl escribió que la piedra angular de una buena salud mental es tener un propósito en la vida. Dijo que no deberíamos aspirar a estar en un «estado sin tensión», libre de responsabilidades y retos, sino que deberíamos esforzarnos por conseguir algo en la vida. Podemos encontrar un propósito apartando la atención de nosotros mismos y poniéndola en otra cosa. Así que busque un objetivo que merezca la pena e intente progresar regularmente en él, aunque sea una pequeña cantidad cada día, porque esto puede tener realmente un impacto positivo.
También podemos encontrar un propósito preocupándonos por otra persona. Cuando nos quitamos el protagonismo y empezamos a pensar en las necesidades y deseos de otra persona, empezamos a sentir que nuestra vida importa. Esto puede lograrse mediante el voluntariado, o cuidando de un miembro de la familia o incluso de un animal.

Sentir que nuestras vidas importan es, en última instancia, lo que nos da propósito y significado, y esto puede marcar una diferencia significativa para nuestra salud mental y bienestar.
Olivia Remes, candidata al doctorado, Universidad de Cambridge
Este artículo ha sido republicado de The Conversation bajo una licencia Creative Commons. Lea el artículo original.

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