El trabajo de un niño pequeño es ser opositor. Este es el periodo del desarrollo de tu hijo en el que empieza a entender que está separado de ti y que puede ejercer cierto control sobre su mundo. Una forma poderosa de hacerlo es desafiándote. Tú le dices: «Haz esto», y ella dice: «¡No!». El impulso de afirmarse a sí mismo es útil, ya que motiva a tu hijo a querer hacer que las cosas sucedan. Ser capaz de hacer algunas cosas por sí mismo aumenta su confianza. La clave es encontrar formas de mostrar a tu hijo cómo puede tener el control y tomar sus propias decisiones de forma positiva.
Es importante tener en cuenta que algunos niños pequeños son simplemente, por naturaleza, más propensos a ser opositores que otros. Los niños cuyas reacciones emocionales son grandes e intensas, así como los niños que son más cautelosos y tímidos, pueden ser más oposicionistas que los niños que son temperamentalmente más fáciles y flexibles. ¿Por qué? Porque estos niños tienden a tener dificultades con los cambios, por ejemplo, al sentarse en la silla del coche, al irse a la cama o al visitar un lugar nuevo. Los cambios naturales del día también pueden ser estresantes y dar lugar a una gran variedad de estrategias de protesta por parte de los niños pequeños.
- Considere su familia
- Qué esperar desde el nacimiento hasta los tres años
- Desde el nacimiento hasta los 18 meses
- De 18 a 36 meses
- Cómo responder a la conducta desafiante y de oposición
- Piense en la prevención
- Responda con empatía y establezca límites claros
- Su comportamiento: ¿Está enviando mensajes contradictorios?
- Cuándo buscar ayuda
Considere su familia
No hay dos niños o familias iguales. Pensar en las siguientes preguntas puede ayudarle a adaptar y aplicar la información que se ofrece a continuación a su hijo y a su familia, que son únicos.
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¿Sobre qué tiende a ser más opositor su hijo? ¿Qué tienen en común estas cosas, si es que las tienen?
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¿Por qué cree que estos temas sacan el lado «oposicionista» de su hijo? Cómo puede esta comprensión ayudarle a su hijo a enfrentarse mejor?
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¿Cómo responde usted cuando su hijo se muestra desafiante? ¿Qué funciona? ¿Qué no funciona? Qué puedes aprender de esto?
Qué esperar desde el nacimiento hasta los tres años
Desde el nacimiento hasta los 18 meses
Los bebés no tienen la capacidad de pensar para desafiar a los padres a propósito. Cuando no responden a las peticiones de los padres, están actuando según sus impulsos (no tratando de manipular a los demás). Los bebés no tienen la capacidad de decirse a sí mismos «Voy a coger este vaso aunque mamá me haya dicho que no lo haga». Como todavía no entienden la lógica y no dominan el autocontrol, tampoco entienden las reglas. Así que la mejor respuesta es la reorientación. Por ejemplo, retira el objeto con suavidad pero con firmeza o saca a tu hijo de la situación prohibida mientras reconoces sus sentimientos: «Sé que este vaso parece muy interesante, pero no es para jugar». A continuación, dale a tu bebé un juguete u objeto que sea seguro para explorar.
De 18 a 36 meses
A partir de los 18 meses, los niños pequeños empiezan a entender que están separados de los demás, que tienen sus propios pensamientos y sentimientos que pueden ser diferentes de los de los demás. Entienden y pueden seguir instrucciones sencillas, como «Ve a por la pelota». Los niños pequeños están ansiosos por dejar su huella en el mundo. Una forma de demostrar su independencia es desafiar a sus padres. Puedes decir: «Es hora de vestirse para ir a la guardería». Tu hijo puede responder: «¡No! Me quedo en casa». Este tipo de desafío es muy típico de los niños pequeños, ya que están ansiosos por tener cierto control sobre su mundo y tomar sus propias decisiones.
Cómo responder a la conducta desafiante y de oposición
Piense en la prevención
Anticípese a los tipos de situaciones que conducen a la actitud desafiante de su hijo y ayúdele a resolver los problemas y a enfrentarse a ellos por adelantado. Esto puede significar hacer saber a su hijo que entiende que salir de casa para ir a la guardería es difícil para él, y ofrecerle la posibilidad de elegir un libro o un juguete para llevar en el coche y ayudarle a hacer la transición.
También puede ser útil avisar a los niños antes de que haya que hacer una transición. Se puede utilizar un temporizador de cocina para que puedan ver y controlar el tiempo. También puede ser muy útil hacer un póster con imágenes que muestren los pasos de las rutinas diarias. Por ejemplo, los dibujos del cepillado de dientes, el lavado de cara, la lectura y la cama muestran a los niños lo que pueden esperar que ocurra a continuación. En el caso de los niños más mayores, dales algunas indicaciones concretas sobre las transiciones, como: «Tres veces más por el tobogán antes de que sea la hora de irse». Es muy importante que luego se cumpla el límite.
Responda con empatía y establezca límites claros
Valide los sentimientos de su hijo. Como padres, a menudo nos saltamos este paso y pasamos directamente a establecer el límite. Pero reconocer primero los sentimientos de un niño es muy importante, ya que le permite saber que usted entiende de dónde viene, y que sus sentimientos importan. (Ten en cuenta que el problema no son los sentimientos del niño, sino lo que el niño hace con sus sentimientos, que suele ser el reto).
Para muchos niños, es este primer paso -la empatía y la validación- lo que les ayuda a empezar a calmarse. Etiquetar los sentimientos de tu hijo también le ayuda a aprender a ser consciente de sus emociones y, finalmente, a gestionarlas. Utiliza un lenguaje sencillo y directo: «Sé que no quieres ponerte el pijama. Es difícil pasar de la hora de jugar a la hora de dormir». Cuando te saltas este paso, los niños suelen «subir el volumen» para mostrarte -más alto, más duro y más fuerte- lo molestos que están. A menudo es cuando empiezan las rabietas.
Después de validar los sentimientos de su hijo:
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Fije el límite. «Ya es hora de ir a la cama. Necesitas dormir para que tu cuerpo pueda descansar y crecer grande y fuerte». Utiliza un lenguaje que tu hijo entienda. Sea breve y claro, pero no amenazante.
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Ofrece algunas opciones (que sean aceptables para ti). «¿Quieres ponerte el pijama antes o después de que leamos los libros?». O bien, «¿Quieres ponerte el pijama o debe ponértelo papá?». También puedes darle a elegir entre dos pares de pijamas que quiera ponerse. Dar opciones ofrece a los niños la oportunidad de sentir que tienen el control de forma positiva. Dar opciones puede, de hecho, reducir la rebeldía.
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Usa el humor. Esta es una buena manera de quitarle intensidad a la situación y ponerle un poco de humor a la lucha de poder. Puedes intentar tirar de los pantalones del pijama de tu hijo por encima de tu cabeza, o ver si caben en su peluche favorito.
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Emplea la imaginación de tu hijo. Para un niño que se niega a ir a la cama: «Elmo está taaaan cansado. Quiere irse a dormir y quiere que lo abraces». O para un niño que se niega a limpiar: «Nuestros libros favoritos quieren volver a la estantería con sus amigos. Vamos a hacer una carrera para ver lo rápido que podemos volver a subirlos».
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Forzar el límite: Si ninguna de las estrategias anteriores funciona, y su hijo sigue atrincherado, establezca el límite con calma y firmeza. «Puedes ponerte en el asiento del coche o puedo ponerte yo. Tú decides». Si tu hijo se resiste, entonces (sin enfado) cógelo y ponle la correa. Con un tono de voz tranquilizador, puedes decir algo como: «Lo sé, odias sentarte en el asiento del coche. Lo entiendo». O bien, empieza a hablar de algo totalmente ajeno a la rabieta. «Vaya, mira ese gran perrito que viene por la calle». O: «Me pregunto qué vas a merendar hoy en el colegio».
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Evita ceder. Si cedes a las rabietas, tu hijo aprende que si presiona lo suficiente, conseguirá lo que quiere. Esto también te dificultará la próxima vez que intentes imponer un límite.
La clave es prestar la menor atención posible a las protestas de tu hijo. Ignorar los comportamientos que quiere eliminar es la forma más rápida de librarse de ellos. (La única excepción a esta regla es si su hijo está siendo físicamente hiriente -golpes, bofetadas, puñetazos, etc.-, en cuyo caso usted detiene el comportamiento con calma pero con firmeza y le explica que puede sentirse enfadado pero no puede pegar.)
Su comportamiento: ¿Está enviando mensajes contradictorios?
A veces nuestras propias elecciones y comportamientos como padres pueden influir en los comportamientos de nuestros hijos. A continuación se enumeran estrategias para abordar dos dilemas muy comunes en la crianza de los hijos que a menudo conducen a las rabietas o al desafío con los niños pequeños.
Evite el escollo del «¿Vale? «Vamos a la cama ya, ¿vale? Es hora de vestirse, ¿vale?». Aunque esta es una forma muy común de comunicarse de los adultos, resulta confusa para los niños pequeños. Se toman su pregunta al pie de la letra y piensan que tienen la opción de decir: «No, realmente prefiero no ir a la cama ahora mismo». Esto puede crear luchas de poder innecesarias. Asegúrate de comunicar claramente lo que es y lo que no es una opción. «Es hora de ponerse el pijama y prepararse para ir a la cama. Quieres ponerte el pijama verde o el rojo?».
Piensa de antemano en el límite que vas a poner para evitar que cambie de opinión a mitad de camino. Por ejemplo, una mamá insistió en que su hijo de 2 años llevara una camiseta de manga larga en un día de invierno. Su hija empezó a protestar porque quería ponerse su camiseta de manga corta favorita ese día. A los 5 minutos de la rabieta, la madre se dio cuenta de que era una batalla innecesaria. Su hija llevaría un abrigo fuera, y la guardería tenía calefacción. Pero, naturalmente, en ese momento le preocupaba que «ceder» y permitir que su hija llevara la camiseta de manga corta fuera un mal ejemplo; que le enseñara a su hija que haciendo una rabieta consigue lo que quiere. La forma más fácil de evitar este dilema es tomarse unos segundos para pensar antes de actuar: «¿Es éste un límite que realmente tengo que poner?». (Esto también se conoce como «elegir tus batallas»)
Cuándo buscar ayuda
Si la actitud desafiante de tu hijo está interfiriendo en su funcionamiento diario, entonces es importante buscar la orientación de un profesional del desarrollo infantil. Por ejemplo, si su comportamiento está afectando negativamente a su capacidad para hacer y disfrutar de los amigos, interfiriendo en su exploración y aprendizaje, o afectando negativamente a su relación con usted, es el momento de buscar ayuda para volver a la pista. Una evaluación realizada por un profesional de la primera infancia puede proporcionar una visión muy valiosa de lo que podría estar en la raíz del comportamiento desafiante de su hijo y darle ideas sobre cómo puede ayudar a su hijo a afrontarlo mejor.