Asfixia perinatal

«Asfixia neonatal» redirige aquí. Para el término más general que cubre el suministro inadecuado de oxígeno al feto, véase hipoxia intrauterina.

La asfixia perinatal (también conocida como asfixia neonatal o asfixia del nacimiento) es la condición médica resultante de la privación de oxígeno a un recién nacido que dura lo suficiente durante el proceso de nacimiento como para causar daño físico, generalmente al cerebro. También es la incapacidad de establecer y mantener una respiración adecuada o espontánea tras el parto del recién nacido. Sigue siendo una afección grave que causa una importante mortalidad y morbilidad. Es una condición de emergencia y requiere medidas de reanimación adecuadas y rápidas. La asfixia perinatal es también un déficit de oxígeno desde la semana 28 de gestación hasta los primeros siete días después del parto. También es una agresión al feto o al recién nacido debido a la falta de oxígeno o a la falta de perfusión de varios órganos y puede estar asociada a una falta de ventilación. De acuerdo con la OMS, la asfixia perinatal se caracteriza por: acidosis metabólica profunda, con un PH < 7,20 en la muestra de sangre arterial del cordón umbilical, persistencia de una puntuación de APGAR de 3 al 5º minuto, secuelas neurológicas clínicas en el periodo neonatal inmediato, o evidencia de disfunción de varios órganos en el periodo neonatal inmediato. El daño hipóxico puede producirse en la mayoría de los órganos del bebé (corazón, pulmones, hígado, intestino, riñones), pero el daño cerebral es el más preocupante y quizá el que tiene menos probabilidades de curarse rápida o completamente. En los casos más pronunciados, el bebé sobrevivirá, pero con daños en el cerebro que se manifiestan como mentales, como el retraso en el desarrollo o la discapacidad intelectual, o físicos, como la espasticidad.

Asfixia perinatal

Otros nombres

Asfixia neonatal

Especialidad

Pediatría, obstetricia

Se produce con mayor frecuencia por causas preparto, como un descenso de la presión sanguínea materna o alguna otra interferencia sustancial en el flujo sanguíneo hacia el cerebro del bebé durante el parto. Esto puede ocurrir debido a una circulación o perfusión inadecuadas, a un esfuerzo respiratorio deficiente o a una ventilación inadecuada. La asfixia perinatal se produce en entre 2 y 10 de cada 1000 recién nacidos a término, y más en el caso de los prematuros. La OMS calcula que cada año se producen 4 millones de muertes neonatales debido a la asfixia al nacer, lo que representa el 38% de las muertes de niños menores de 5 años.

La asfixia perinatal puede ser la causa de la encefalopatía isquémica hipóxica o la hemorragia intraventricular, especialmente en los nacimientos prematuros. Un bebé que sufre una asfixia perinatal grave suele tener un color (cianosis), una perfusión, una capacidad de respuesta, un tono muscular y un esfuerzo respiratorio deficientes, lo que se refleja en una puntuación de Apgar baja a los 5 minutos. Los grados extremos de asfixia pueden provocar una parada cardíaca y la muerte. Si la reanimación tiene éxito, el bebé suele ser trasladado a una unidad de cuidados intensivos neonatales.

Desde hace tiempo existe un debate científico sobre si los recién nacidos con asfixia deben ser reanimados con oxígeno al 100% o con aire normal. Se ha demostrado que las altas concentraciones de oxígeno conducen a la generación de radicales libres de oxígeno, que tienen un papel en la lesión por reperfusión después de la asfixia. Las investigaciones de Ola Didrik Saugstad y otros condujeron a la elaboración de nuevas directrices internacionales sobre reanimación de recién nacidos en 2010, en las que se recomienda el uso de aire normal en lugar de oxígeno al 100%.

Existe una considerable controversia sobre el diagnóstico de la asfixia al nacer debido a razones médico-legales. Debido a su falta de precisión, el término se evita en la obstetricia moderna.

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