Aloe Vera verdades y mentiras de una planta mágica

Desde la antigüedad, diferentes pueblos y culturas han visto en el aloe vera una inagotable fuente de virtudes. Observaron que cuando se produce un corte en alguna de sus hojas, la herida cicatriza prácticamente de inmediato. Por eso comenzaron a prestarle atención a esta planta y descubrieron sus propiedades y beneficios. Descubrieron que servía para curar quemaduras, heridas y afecciones cutáneas, para combatir las picaduras y prevenir la caída del cabello o, incluso, los problemas de hígado.

Solo dos variedades funcionan

El aloe vera fue para los egipcios la «planta de la inmortalidad»; para los sumerios una «mágica virtud»; para los templarios «el elixir de Jerusalén» ; y para los árabes el «lirio del desierto», «la fuente eterna de la juventud» y una «planta de primeros auxilios». Con el tiempo, a esta lista se añadieron otras propiedades convirtiéndola en una panacea. Sin embargo no todo lo que se cuenta sobre ella es cierto.

De las 250 especies distintas de Aloe vera analizadas en los últimos años, solo dos, tienen propiedades medicinales: Aloe barbadensis miller y Aloe arborescensis. También se ha descubierto que el gel de las hojas contiene varias sustancias imprescindibles para el organismo humano: aminoácidos esenciales, vitaminas, enzimas, polisacáridos y estimulantes biológicos. La sabiduría popular tenían razón, por eso el aloe vera se ha ganado un primer puesto en la medicina natural.

Interior de una hoja de aloe

De Egipto hasta nuestros días

El pueblo egipcio fue, probablemente, el primero en utilizar el aloe vera. El documento más antiguo en el que aparece es el papiro ebers, o el «Libro de los remedios». Un tratado egipcio de medicina del siglo XV a.C. que se conserva en Leipzig. En él se detalla más de una docena de remedios elaborados con aloe vera para combatir el constipado y el dolor de cabeza, curar infecciones o usarlo como laxante. Según otros textos antiguos, el secreto de la excepcional belleza de Cleopatra no era la leche ni la miel, sino la pulpa del aloe vera.

La palabra «aloe» proviene del término árabe «alloeh», que significa «sustancia amarga y brillante». Los árabes fueron los primeros en dominar el arte de elaborar extractos comerciales a partir de esta planta y en extender su uso por el mundo grecorromano, por India, el Tibet, Malasia, Sumatra y China. La primera descripción de sus propiedades, se encuentra en una tablilla sumeria del año 2.000 a.C. No se trata de un descubrimiento actual, como muchos piensan, sino que el aloe lleva utilizándose desde hace miles de años.

Garantía científica

Hace una década, el British Journal of General Practice publicó una interesante revisión de todos los ensayos clínicos practicados hasta el momento con esta planta. De entre toda esa información, se concluyó que el aloe vera resultaba eficaz en el tratamiento utópico de herpes genital masculino y psoriasis tipo placa leve-moderada.

A día de hoy, en el ámbito alimentario y farmacológico, cualquiera puede disfrutar de las excelentes propiedades del aloe gracias a Bill Cotas. Este farmacéutico logró en 1970 estabilizar el gel de la hoja separándolo de la aloína contenida en su corteza, causante de su sabor amargo. Ese fue el inicio de su comercialización y de la industria asociada a esta planta.

En la actualidad Francisco Macías, catedrático de Química Orgánica de la Universidad de Cádiz, lleva más de una década dedicado al estudio del aloe y según él, esta planta destaca por su alto potencial nutritivo. De hecho, el aloe es el alimento que más hierro tiene después de las almejas y los berberechos.

Usos múltiples, beneficios varios

Aunque parezca que esta planta solo aporta beneficios a nivel utópico, también se revela como un complemento alimenticio de extraordinarios efectos beneficiosos para el organismo. De hecho, el aloe vera, tomado de forma oral en bebidas, controla y alivia los síntomas de los problemas gastrointestinales crónicos como estreñimiento, colon irritable, gastritis y reflujo además de funcionar como antiviral y antibacteriano.

Su uso tópico ayuda a la regeneración de la piel gracias a sus vitaminas A y C, así como algunos aminoácidos y antraquinonas, que ayudan a mejorar patologías de la piel como la psoriasis, a calmar picaduras, a desinfectar heridas o quemaduras y a cicatrizarlas. A este tipo de plantas, en este caso, que contienen propiedades farmacológicas a la vez que nutritivas, se les considera nutracéuticos.

Complemento alimenticio

El aloe vera, tomado de forma oral en bebidas, controla y alivia los síntomas de los problemas gastrointestinales crónicos como estreñimiento, colon irritable, gastritis y reflujo además de funcionar como antiviral y antibacteriano.

En cuanto a utilizarlo como complemento alimenticio, según explica ASOCIALOE (Asociación de empresarios del Aloe Vera), «ingerir Aloe es ingerir salud. No solo por ser un gran complemento vitamínico, dado por su composición rica en vitaminas y minerales, sino porque contiene una serie de elementos estrella vitales para nuestro organismo».

Existen numerosas marcas que en la actualidad empiezan a trabajar con el Aloe uniéndolo a sus bebidas. La última ha sido GOYA incorporando a su catálogo una bebida con un 30% de Aloe Vera.

Aloe vera en la cocina

Han sido muchos los cocineros que han introducido el aloe vera en sus creaciones pero el primero en reclamar su sitio en la cocina española y en utilizarlo fue Quique Dacosta en el año 2012 con su creación «La bruma», un plato de arroz carnaroli gelificado al aloe vera. Para él, el aloe vera es «la reina de las plantas» por todas sus propiedades saludables y curativas, pues en su cocina cuando se cortan o se queman automáticamente se la aplican directamente.

Ese fue el comienzo que le hizo ir más allá con el aloe hasta llevarlo al plato. El cocinero fue uno de los pioneros en el uso del aloe en la gastronomía. Y fue trabajando cuando se dio cuenta que esta planta tiene otras características muy interesantes para la cocina: es gelificante, estabilizante y emulgente.

Arroz con aloe vera. Foto cedida por el restaurante Quique Dacosta © Bob Noto

Antes de introducirlo en nuestra alimentación es importante señalar que no se deben superar los 100 mililitros al día, ya sea de zumo o pulpa. Si lo que se busca es añadirlo como complemento alimenticio, es tan simple como pelar la hoja y añadir su interior, incoloro, inodoro e insípido, a un zumo, un gazpacho, una crema o cualquier otro alimento.

También se puede utilizar para ligar o aglutinar salsas, como sustituto de la harina, en vinagretas para ensaladas o salpicones o incluso en cócteles y smoothies de frutas y verduras. Pero, antes de su uso y una vez pelado, los expertos recomiendan dejar el gel en agua con una pizca de sal con el objetivo de que suelten el amargor que en ocasiones la caracteriza. Para evitar todo este proceso, muchos establecimientos y herbolarios venden las hojas peladas y cortadas, directamente para usar.

Cómo utilizar el Aloe Vera

Para su uso cutáneo, lo ideal es utilizar plantas de entre 3 y 5 años, ya que sus hojas están más maduras y han desarrollado todas sus propiedades. Además, cuentan con una mayor capacidad de regeneración. Una vez queremos utilizar las hojas, hay que tener en cuenta que antes de cortarlas se debe esperar 2 o 3 días tras haber regado el aloe, de esta manera, el gel estará más concentrado. Se debe escoger las hojas más grandes de la parte interior de la planta y las más próximas a la tierra, pues son las más maduras.

Preparación de las hojas de Aloe Vera para cocinar

El corte debe realizarse lo más cerca posible del tallo con un cuchillo o tijera bien afilada y procurando no dañar a la planta. Como no es aconsejable retirar más del 10% de la planta, antes de volver a cortar de nuevo hojas, hay que esperar a que hayan brotado nuevas. Una vez cortada, conviene utilizar el gel o la hoja inmediatamente, pues conserva sus propiedades durante muy poco tiempo.

Gel del interior de las hojas de Aloe Vera

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