Los laxantes se han utilizado con fines sanitarios durante más de 2000 años, y durante gran parte de ese tiempo se ha producido un abuso o mal uso de los mismos. Los individuos que abusan de los laxantes pueden clasificarse generalmente en uno de estos cuatro grupos. El grupo más numeroso es, con diferencia, el de las personas que sufren un trastorno alimentario, como la anorexia o la bulimia nerviosa. La prevalencia del abuso de laxantes oscila entre el 10% y el 60% de los individuos de este grupo. El segundo grupo está formado por individuos, generalmente de mediana edad o mayores, que comienzan a utilizar laxantes cuando están estreñidos, pero siguen abusando de ellos. Este patrón puede estar promulgado por ciertas creencias de que los movimientos intestinales diarios son necesarios para la buena salud. El tercer grupo incluye a los individuos que realizan ciertos tipos de entrenamiento atlético, incluidos los deportes con límites de peso establecidos. El cuarto grupo incluye a los que abusan subrepticiamente de los laxantes, que utilizan los fármacos para provocar una diarrea facticia y pueden tener un trastorno facticio. La función intestinal normal consiste en la absorción de nutrientes, electrolitos y agua desde el intestino. La mayoría de los nutrientes se absorben en el intestino delgado, mientras que el intestino grueso absorbe principalmente agua. Existen varios tipos de laxantes, entre los que se encuentran los agentes estimulantes, los productos salinos y osmóticos, los agentes voluminizadores y los tensioactivos. El grupo de laxantes de los que más se abusa es el de los estimulantes. Esto puede estar relacionado con la rápida acción de los estimulantes, especialmente en individuos con trastornos alimentarios, ya que pueden creer erróneamente que pueden evitar la absorción de calorías a través de la diarrea resultante. Los problemas médicos asociados al abuso de laxantes incluyen alteraciones electrolíticas y ácido-básicas que pueden afectar a los sistemas renal y cardiovascular y poner en peligro la vida. El sistema renina-aldosterona se activa debido a la pérdida de líquidos, lo que provoca edemas y un aumento de peso agudo cuando se deja de tomar el laxante. Esto puede reforzar el abuso de laxantes cuando el paciente se siente hinchado y ha ganado peso. El tratamiento comienza con un alto nivel de sospecha, especialmente cuando un paciente presenta diarrea y estreñimiento alternados, así como otras molestias gastrointestinales. La comprobación de los electrolitos séricos y del estado ácido/básico puede identificar a los individuos que pueden necesitar estabilización médica y confirmar la gravedad del abuso. El primer paso en el tratamiento del abuso de laxantes una vez identificado es determinar qué puede estar promoviendo el comportamiento, como un trastorno alimentario o un uso basado en información errónea sobre lo que constituye un hábito intestinal saludable. La primera intervención sería suspender los laxantes estimulantes y sustituirlos por suplementos de fibra/osmóticos utilizados para establecer movimientos intestinales normales. Es posible que se requiera educación y tratamiento adicional para mantener un programa intestinal saludable. En el caso de un trastorno alimentario, es esencial la derivación a un tratamiento psiquiátrico para disminuir la dependencia de los laxantes como método para modificar el peso y la forma.
Arquidia Mantina
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